Malditos deberes... [Remus J. Lupin]

El día se le estaba haciendo pesado, las clases no le eeran lo suficientemente entretenidas y tenía que hacer un esfuerzo enorme para poder concentrarse. Después de su útltima clase, se despidió de sus amigos para dirigirse a la biblioteca. Muchisimo más tranquilo sin lugar a dudas para realizar la tarea de pociones, la cuál no era que exactamente, le gustase. Pociones le era entretenido, pero se le había formado un nudo en la garganta al escuchar que debía hacer aquella poción. Práctica, tenía demasiada, pero aun así, en vez de darle uno de sus frascos y desperdiciar, prefería reunirse con Lily para hacer más. Era entretenido, y tendría una buena excusa para pasar un rato a solas sin que James lo jodiera con que estaban sospechosos. Una y mil veces le había explicado, que nada pasa entre Lily y el, parecía comenzar a molestarle demasiado.

Cuándo entró la buscó con la vista instantáneamente, no estaba por allí. Caminó al lugar que solían tomar casi todas las tardes, dejó sus cosas encima de la mesa de trabajo y se dispuso a comenzar a trabajar. No necesitaba el libro de clase, lo sabía de memoria y podría hacerla perfecta con ambos ojos cerrados. Pero bueno, lo mejor, sería abrirlo y disimular. Con esa lentitud y tranquilidad que lo caracteriza, pasó las páginas una a una, por mero gusto de tardarse más, buscando la página en donde rezara el título 'Poción mata-lobos'. Finalmente lo encontró, y ahora lo que hacía era buscar el caldero y los ingredientes necesarios, los cuáles ya había conseguido.
La puerta se abrió chirriando con fuerza antes de que el siquiera encendiera el mechero que iba debajo, observó desde su lugar la cabellera rubia caminar a una de las estanterías. La bella Narcissa jamás pasaba desapercibida. Se preguntaba si se sentaría con el o no. Frunció un poco el ceño al ver a donde se dirigía, aparentemente sola. Si lo que quería era otro libro de pociones, no lo iba a encontrar en esa estantería, más que seguro.

Esperó a que el peltre tomara calor, mientras seguramente escucharía alguna que otra queja en las estanterías cercanas a el.Se aseguró de que nadie más estuviera por allí, si les veían, serían blanco de rumores, y no era que en realidad tuviera ánimos de causar una pelea con el afortunado de Lucius, porque entonces Sirius reaccionaría y sería el comienzo de un bonito castigo para los cuatro, si contamos a James, que más que obvio, no se quedaría atrás.