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Persephóne A. Lochtie #
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Persephóne A. Lochtie #
Persephóne Adonis Lochtie Parshall
Esti Ginzburg
Edad: 16 años.
Casa a la que perteneces: Hufflepuff.
Varita: Madera de avellano, 26'4 cm, flexible, núcleo de hueso de thersthal.
Familia:
Zaire Lochtie – Padre.
Lo importante no es la presencia física, si no la esencia. Sin saber que el autor de aquel libro, o como ahora lo llama “El Diario”, es su padre, sangre de su sangre, llega a tener incluso cierta obsesión sobre aquel misterioso personaje que lograba describir a la perfección los sentimientos que corrían por sus venas y parecían estallar en su corazón al verla a ella, a amor de su vida, la madre de Phóne.
Desiree Parshall – Madre.
La imagen más grande que tiene en este mundo de una gran luchadora y triunfadora en la vida. ¿Quién más pudo haber soportado perder al único hombre con el que comparte sangre, al único ser que logró remover todos los sentimientos que la inundaban y el único recuerdo que le dejo de él fue a una hermosa niña (el diario lo considera desaparecido desde que lo encontró Phóne)? Solo ella. Su mejor y única amiga, su mayor confidente… si es que se puede llamar así, pocas ideas salen de su mente mediante su boca. La admira, la aprecia, la ama y la extraña a pesar de lo difícil que es para ella recordarla.
Ahmad Lochtie – Padre Adoptivo.
Sí. El hermano de su padre es quién se ha quedado a cargo de la Hufflepuff. ¿Pero quién es ese hombre para Phóne? Ahmad es esa luz que suele llegar cuando crees que todo está perdido, esa persona que logra llenar bastantes vacíos que ocupaban tu interior. Su nuevo mejor amigo, ese padre que nunca tuvo (ha llegado a la conclusión que un padre no es aquel que te da la vida, si no aquel que lucha por ti, te protege, te abraza y te ayuda a salir adelante) Papá, es así como ahora lo llama, aunque si está hablando de él lo llama por su nombre.
Personalidad:
Seria y correcta, Phóne es una persona solitaria. Le gusta tener amigos, claro, y los tiene porque disfruta de su compañía, pero ella valora su mucho tiempo y sus planes, por lo que a veces no hay nada mejor que perderse en sus propios pensamientos. Si bien podría definírsele como una de las chicas más hermosas y que podría aspirar a ser tan popular como quisiera, ella prefiere echarse a un lado y dejar el camino libre a otras; no necesita nada de eso para ser feliz, porque en general, Phóne es una persona muy feliz. Teme a las lágrimas, ya que le cuesta mucho tratar a una persona llorando, y aunque ella es siempre una de las primeras en ofrecer un hombro para llorar, no desea que eso le ocurra a nadie. Uno podría pensar, que siendo tan seria como es la Hufflepuff, no puede tener opiniones fuertes acerca de la guerra, pero si se trata de defender lo justo, Phóne sería una de las primeras personas que diese el paso para disponerse a luchar. Aunque le guste evitar los conflictos, no puede soportar ver a personas heridas o discriminadas. Tiene un enorme corazón abierto para todo el que desee respetarla y quererla.
Tolerante de pies a cabeza. Está dispuesta a aprender de todo, de todo lo bueno que pueda enseñarle la vida y logré ayudarla. No le da nada de importancia a las cosas materiales, esas las compras, las usas, las desperdicias o se echan a perder antes de que logres darles un buen uso, además de que quitan el tiempo por completo y te secan el cerebro haciéndote pensar que lo único que importa en la vida posiblemente sea el dinero (para lograr obtenerlos) y te hacen olvidar de lo que realmente vale en la vida: los valores y los sentimientos.
Gustos y Aficiones:
Si hay algo que puede mantener a Phóne con toda su concentración y atención encima sin distraerse un solo momento es el arte. Un hermosa pintura sobre un paisaje despejado, una linda poesía con la que se sienta identificada, una sencilla melodía que logre tocar sus cinco sentidos (generalmente escucha a Mozart, Beethoven o Tchaikovsky) o las palabras precisas en el momento exacto para el lugar perfecto en un libro que parece hablarle con cada una de sus historias. La música le encanta, es por eso que ha aprendido a tocar la guitarra y el piano. Apreciará en su totalidad un día lluvioso desde el interior de la casa con la compañía de sus muy preciados instrumentos, un día nublado, el olor de la lluvia acercándose y un clima fresco para poder escapar a la azotea de la vieja casa a escribir un poco. Últimamente se ha hecho fanática de la nieve, hacer distintas figuras con ella, al fin y al cabo es agua congelada. Su obra favorita es el lago de los cisnes, siendo de igual forma amante del ballet clásico. Adora la Luna, observarla toma parte de uno de sus más grandes Hobbies, al igual que siente mucha atracción por las mariposas (símbolo de que desea ser libre).
Odios:
Le desespera por completo, aunque lo mostrará como mínimo, no comprender a la sociedad, sentirse como una extraterrestre. Distintas ideas, millones de accesorios y la “vida”. Ella es un propio universo, con su propio mundo en el que podría llamarse un ambiente pacífico… hasta cierto punto. No aguanta la falta de tolerancia, que es experimentada hacia ella misma en bastantes situaciones al no comprender al mundo exterior y por más intento que se haga, no se logra nada. Ella tiene sus ideas, como ya hemos mencionado, y si hay algo que verdaderamente le desagrada es que la intenten convencer de cambiar sus ideales. Ella es quien es, un mundo viviendo alrededor de mentes comunes y descompuestas, pero está completamente segura de lo que es y de lo que no es.
Pertenencias:
Una guitarra acústica color café. Toca siquiera una de sus cuerdas y te meterás con ambos puños de la chica.
Un brazalete de oro que seguro fue de su madre. Nunca la pierde de vista, la considera como un amuleto de la buena suerte.
Un cuaderno cubierto forrado de piel negra con las iniciales “Z.L”. “El Diario”.
Una barredora 15. Su regalo de cumpleaños a los doce.
Una lechuza blanca llamada Nepah. Le trae dulces y bombones de cualquier parte del castillo.
Historia:
“Perséfone, en la mitología griega, era la hija de Zeus, padre de los Dioses, y Deméter, diosa de la fecundidad, de la tierra y la agricultura, símbolo de esa fecundidad que ella llevaba consigo. Vivía en un bosque lejano, en cuyos lindes se abría la espesura, rodeada de otras ninfas como ella, hijas de dioses o de dios y mortal. Con ellas jugaba y se crió, siempre bajo la vigilancia de su madre, que era toda ternura con su pequeña hija. Nuestra Perséfone creció feliz entre juegos, risas, cantos y bailes. Pero no todo podía ser hermoso (¿qué historia no tiene mezcla de risas y lágrimas?) y resultó que un día en que Hades, señor de los infiernos, se encontraba paseando por los límites de sus terrenos, se acercó demasiado a esa espesura en la que acababa el bosque, hogar de Perséfone. La vio, teniendo todo lo que él no tenía, esa gracia, esa vitalidad... y se enamoró, insistiendo en casarse con ella. En este punto, las historias se mezclan, hay quien dice que Zeus, el padre, no queriendo tener problemas con el amo de los infiernos, dio su consentimiento a la boda, sin dejarse ablandar por las súplicas de Deméter o las lágrimas de su hija. Otros cuentan que fue el propio Hades el que acabó urdiendo un plan por el que su amada bajaría a su reino, ya que él no podía abandonarlo. Y fue así que encantó una de esas flores que tanto le gustaban a la protagonista de nuestra historia, así que cuando ella se acercó un día que recogía flores para hacer una diadema, la flor encantada la engulló haciéndola descender al hogar de Hades.
Fueron días muy duros para Perséfone, que vio desaparecer todo aquello que amaba: las flores, el verdor del césped, las gotas de rocío con las que lavaba su cara al salir el sol... Al principio se mostró reticente incluso a entablar ninguna conversación con Hades, y se escondió en su mundo de recuerdos, pero según pasaban los días el enfado y la negación dieron paso a una resignación triste. Hades había ya dispuesto todo para su boda, y llegado el día, Perséfone, ya sin lágrimas por todo lo que había llorado, dio el "sí, quiero", a su raptor. Algunos dicen que debería haber aguantado más... pero a veces la desesperanza es el peor de nuestros enemigos.
Mientras tanto, Deméter buscaba a su hija desesperadamente. Durante 9 días y 9 noches recorrió cada rincón de la tierra buscándola, hasta que el décimo día, el Sol, que todo lo ve, decidió contarle lo que había visto, la joven recogiendo flores y la tierra engulléndola. Deméter enfureció y dejó la tierra, que sin su presencia se quedó estéril y vacía, nada crecía ya en ella. Marchó a hablar con Zeus para que le exigiese a Hades que devolviera a la muchacha. Pero cuando Zeus iba a tomar cartas en el asunto era demasiado tarde y ya Perséfone se había casado con Hades, comiendo perlas de una granada en el pequeño banquete que hubo tras la boda, sin saber que la granada es la fruta del inframundo, que la retendría allí para siempre.
Pero todo esto no arredró a Deméter, que acabó bajando por su propio pie al mismo Infierno, tras cruzar la laguna Estigia, y sin temer al perro Cancerbero, fiel seguidor de Hades y guardián de las puertas infernales. Y allí, frente a frente con Hades, repitió su intención de recuperar a su hija y de permanecer en el infierno hasta que ella regresara a la tierra con ella.
Viendo Zeus que la tierra agonizaba sin Deméter en ella, que las flores se negaban a crecer, los pastos amarilleaban y hasta los animales dejaban de tener crías, se puso esta vez de parte de Deméter, y así acabaron llegando a un acuerdo con Hades. Perséfone pasaría medio año con él en el mundo de los muertos, y el otro medio con su madre, bajo el sol, y esta solución intermedia fue la que finalmente aceptaron todos, llegando Perséfone a reinar junto a Hades (y se cuenta que a interceder por los vivos en más de una ocasión) la mitad del año en que vivían juntos.
Es por esto por lo que la mitad del año, todo florece y llega la primavera, personificada en Perséfone, y la otra mitad, aquella en que vuelve al hogar de Hades, llega el frío, las lluvias y las nieves, ya que ella ha marchado y su madre la extraña y llora, regando los campos con nieve y hielo. Y así es como nosotros, los humanos, tan lejos de dioses, diosas y héroes, acabamos recibiendo las consecuencias de sus actos, siendo esta vez la secuencia de estaciones lo que nos llega de toda esta historia.”
Por alguna razón esa historia siempre ha sido la favorita de Persephóne. Quizá porque la protagonista e hija de Dioses lleva el mismo nombre que ella, o quizá por el extraño parecido que tiene con su vida.
El 24 de Noviembre de 1970, en el cumpleaños número diez de la pequeña Lochtie, la niña fue secuestrada por un hombre al cual nunca le miró la cara. Viviendo entre sombras durante nueve días y nueve noches, sin ninguna noticia de sus padres, se hizo a la idea de que tendría que vivir sola de aquí en adelante. Casi asegurando su muerte, la novena noche apareció el héroe de su historia. Ahmad Lochtie, hermano de su padre, fue a su rescate. Fue a vivir con él después de escuchar la noticia de que sus padres habían desaparecido.
Comenzó a conocer la realidad de la historia de sus padres leyendo día a día el diario que había conseguido rescatar un día en el que visitó las ruinas que habían quedado de su casa. Ella no sabía que era el diario de su padre. Pensaba que era una increíble novela romántica en la que un par de hermanos estaban enamorados de la misma mujer, pero solo uno de ellos había conseguido quedarse con el corazón de su amada. Quien iba a pensar que aquel hermano iba a ser tan rencoroso que haría un plan malvado para secuestrar a su hija, quien era idéntica a la mujer que amaba, y así quedarse con ella como no pudo hacer con su madre.
Phóne creció siendo una niña feliz desde entonces, desconociendo que la historia que leía todos los días en lugar de dormir era nada más y nada menos que la suya. Teniendo un gran jardín para salir a pasear y teniendo más cosas de las que ella pedía, ya que su tío la consentía más de lo aceptable, fue formando su carácter. Nunca le dio tanta importancia a las cosas materiales en sí, si no a las cosas que podía hacer con ellas.
A los once años recibió su carta para ingresar a Hogwarts. Fue colocada en Hufflepuff al igual que su madre. Más parecidos no podían tener. Ahora cursa el quinto curso, y la realidad sigue escondida bajo los escombros de aquella enorme casa en la que vino a la vida aquel 24 de Noviembre.
Esti Ginzburg
Edad: 16 años.
Casa a la que perteneces: Hufflepuff.
Varita: Madera de avellano, 26'4 cm, flexible, núcleo de hueso de thersthal.
Familia:
Zaire Lochtie – Padre.
Lo importante no es la presencia física, si no la esencia. Sin saber que el autor de aquel libro, o como ahora lo llama “El Diario”, es su padre, sangre de su sangre, llega a tener incluso cierta obsesión sobre aquel misterioso personaje que lograba describir a la perfección los sentimientos que corrían por sus venas y parecían estallar en su corazón al verla a ella, a amor de su vida, la madre de Phóne.
Desiree Parshall – Madre.
La imagen más grande que tiene en este mundo de una gran luchadora y triunfadora en la vida. ¿Quién más pudo haber soportado perder al único hombre con el que comparte sangre, al único ser que logró remover todos los sentimientos que la inundaban y el único recuerdo que le dejo de él fue a una hermosa niña (el diario lo considera desaparecido desde que lo encontró Phóne)? Solo ella. Su mejor y única amiga, su mayor confidente… si es que se puede llamar así, pocas ideas salen de su mente mediante su boca. La admira, la aprecia, la ama y la extraña a pesar de lo difícil que es para ella recordarla.
Ahmad Lochtie – Padre Adoptivo.
Sí. El hermano de su padre es quién se ha quedado a cargo de la Hufflepuff. ¿Pero quién es ese hombre para Phóne? Ahmad es esa luz que suele llegar cuando crees que todo está perdido, esa persona que logra llenar bastantes vacíos que ocupaban tu interior. Su nuevo mejor amigo, ese padre que nunca tuvo (ha llegado a la conclusión que un padre no es aquel que te da la vida, si no aquel que lucha por ti, te protege, te abraza y te ayuda a salir adelante) Papá, es así como ahora lo llama, aunque si está hablando de él lo llama por su nombre.
Personalidad:
Seria y correcta, Phóne es una persona solitaria. Le gusta tener amigos, claro, y los tiene porque disfruta de su compañía, pero ella valora su mucho tiempo y sus planes, por lo que a veces no hay nada mejor que perderse en sus propios pensamientos. Si bien podría definírsele como una de las chicas más hermosas y que podría aspirar a ser tan popular como quisiera, ella prefiere echarse a un lado y dejar el camino libre a otras; no necesita nada de eso para ser feliz, porque en general, Phóne es una persona muy feliz. Teme a las lágrimas, ya que le cuesta mucho tratar a una persona llorando, y aunque ella es siempre una de las primeras en ofrecer un hombro para llorar, no desea que eso le ocurra a nadie. Uno podría pensar, que siendo tan seria como es la Hufflepuff, no puede tener opiniones fuertes acerca de la guerra, pero si se trata de defender lo justo, Phóne sería una de las primeras personas que diese el paso para disponerse a luchar. Aunque le guste evitar los conflictos, no puede soportar ver a personas heridas o discriminadas. Tiene un enorme corazón abierto para todo el que desee respetarla y quererla.
Tolerante de pies a cabeza. Está dispuesta a aprender de todo, de todo lo bueno que pueda enseñarle la vida y logré ayudarla. No le da nada de importancia a las cosas materiales, esas las compras, las usas, las desperdicias o se echan a perder antes de que logres darles un buen uso, además de que quitan el tiempo por completo y te secan el cerebro haciéndote pensar que lo único que importa en la vida posiblemente sea el dinero (para lograr obtenerlos) y te hacen olvidar de lo que realmente vale en la vida: los valores y los sentimientos.
Gustos y Aficiones:
Si hay algo que puede mantener a Phóne con toda su concentración y atención encima sin distraerse un solo momento es el arte. Un hermosa pintura sobre un paisaje despejado, una linda poesía con la que se sienta identificada, una sencilla melodía que logre tocar sus cinco sentidos (generalmente escucha a Mozart, Beethoven o Tchaikovsky) o las palabras precisas en el momento exacto para el lugar perfecto en un libro que parece hablarle con cada una de sus historias. La música le encanta, es por eso que ha aprendido a tocar la guitarra y el piano. Apreciará en su totalidad un día lluvioso desde el interior de la casa con la compañía de sus muy preciados instrumentos, un día nublado, el olor de la lluvia acercándose y un clima fresco para poder escapar a la azotea de la vieja casa a escribir un poco. Últimamente se ha hecho fanática de la nieve, hacer distintas figuras con ella, al fin y al cabo es agua congelada. Su obra favorita es el lago de los cisnes, siendo de igual forma amante del ballet clásico. Adora la Luna, observarla toma parte de uno de sus más grandes Hobbies, al igual que siente mucha atracción por las mariposas (símbolo de que desea ser libre).
Odios:
Le desespera por completo, aunque lo mostrará como mínimo, no comprender a la sociedad, sentirse como una extraterrestre. Distintas ideas, millones de accesorios y la “vida”. Ella es un propio universo, con su propio mundo en el que podría llamarse un ambiente pacífico… hasta cierto punto. No aguanta la falta de tolerancia, que es experimentada hacia ella misma en bastantes situaciones al no comprender al mundo exterior y por más intento que se haga, no se logra nada. Ella tiene sus ideas, como ya hemos mencionado, y si hay algo que verdaderamente le desagrada es que la intenten convencer de cambiar sus ideales. Ella es quien es, un mundo viviendo alrededor de mentes comunes y descompuestas, pero está completamente segura de lo que es y de lo que no es.
Pertenencias:
Una guitarra acústica color café. Toca siquiera una de sus cuerdas y te meterás con ambos puños de la chica.
Un brazalete de oro que seguro fue de su madre. Nunca la pierde de vista, la considera como un amuleto de la buena suerte.
Un cuaderno cubierto forrado de piel negra con las iniciales “Z.L”. “El Diario”.
Una barredora 15. Su regalo de cumpleaños a los doce.
Una lechuza blanca llamada Nepah. Le trae dulces y bombones de cualquier parte del castillo.
Historia:
“Perséfone, en la mitología griega, era la hija de Zeus, padre de los Dioses, y Deméter, diosa de la fecundidad, de la tierra y la agricultura, símbolo de esa fecundidad que ella llevaba consigo. Vivía en un bosque lejano, en cuyos lindes se abría la espesura, rodeada de otras ninfas como ella, hijas de dioses o de dios y mortal. Con ellas jugaba y se crió, siempre bajo la vigilancia de su madre, que era toda ternura con su pequeña hija. Nuestra Perséfone creció feliz entre juegos, risas, cantos y bailes. Pero no todo podía ser hermoso (¿qué historia no tiene mezcla de risas y lágrimas?) y resultó que un día en que Hades, señor de los infiernos, se encontraba paseando por los límites de sus terrenos, se acercó demasiado a esa espesura en la que acababa el bosque, hogar de Perséfone. La vio, teniendo todo lo que él no tenía, esa gracia, esa vitalidad... y se enamoró, insistiendo en casarse con ella. En este punto, las historias se mezclan, hay quien dice que Zeus, el padre, no queriendo tener problemas con el amo de los infiernos, dio su consentimiento a la boda, sin dejarse ablandar por las súplicas de Deméter o las lágrimas de su hija. Otros cuentan que fue el propio Hades el que acabó urdiendo un plan por el que su amada bajaría a su reino, ya que él no podía abandonarlo. Y fue así que encantó una de esas flores que tanto le gustaban a la protagonista de nuestra historia, así que cuando ella se acercó un día que recogía flores para hacer una diadema, la flor encantada la engulló haciéndola descender al hogar de Hades.
Fueron días muy duros para Perséfone, que vio desaparecer todo aquello que amaba: las flores, el verdor del césped, las gotas de rocío con las que lavaba su cara al salir el sol... Al principio se mostró reticente incluso a entablar ninguna conversación con Hades, y se escondió en su mundo de recuerdos, pero según pasaban los días el enfado y la negación dieron paso a una resignación triste. Hades había ya dispuesto todo para su boda, y llegado el día, Perséfone, ya sin lágrimas por todo lo que había llorado, dio el "sí, quiero", a su raptor. Algunos dicen que debería haber aguantado más... pero a veces la desesperanza es el peor de nuestros enemigos.
Mientras tanto, Deméter buscaba a su hija desesperadamente. Durante 9 días y 9 noches recorrió cada rincón de la tierra buscándola, hasta que el décimo día, el Sol, que todo lo ve, decidió contarle lo que había visto, la joven recogiendo flores y la tierra engulléndola. Deméter enfureció y dejó la tierra, que sin su presencia se quedó estéril y vacía, nada crecía ya en ella. Marchó a hablar con Zeus para que le exigiese a Hades que devolviera a la muchacha. Pero cuando Zeus iba a tomar cartas en el asunto era demasiado tarde y ya Perséfone se había casado con Hades, comiendo perlas de una granada en el pequeño banquete que hubo tras la boda, sin saber que la granada es la fruta del inframundo, que la retendría allí para siempre.
Pero todo esto no arredró a Deméter, que acabó bajando por su propio pie al mismo Infierno, tras cruzar la laguna Estigia, y sin temer al perro Cancerbero, fiel seguidor de Hades y guardián de las puertas infernales. Y allí, frente a frente con Hades, repitió su intención de recuperar a su hija y de permanecer en el infierno hasta que ella regresara a la tierra con ella.
Viendo Zeus que la tierra agonizaba sin Deméter en ella, que las flores se negaban a crecer, los pastos amarilleaban y hasta los animales dejaban de tener crías, se puso esta vez de parte de Deméter, y así acabaron llegando a un acuerdo con Hades. Perséfone pasaría medio año con él en el mundo de los muertos, y el otro medio con su madre, bajo el sol, y esta solución intermedia fue la que finalmente aceptaron todos, llegando Perséfone a reinar junto a Hades (y se cuenta que a interceder por los vivos en más de una ocasión) la mitad del año en que vivían juntos.
Es por esto por lo que la mitad del año, todo florece y llega la primavera, personificada en Perséfone, y la otra mitad, aquella en que vuelve al hogar de Hades, llega el frío, las lluvias y las nieves, ya que ella ha marchado y su madre la extraña y llora, regando los campos con nieve y hielo. Y así es como nosotros, los humanos, tan lejos de dioses, diosas y héroes, acabamos recibiendo las consecuencias de sus actos, siendo esta vez la secuencia de estaciones lo que nos llega de toda esta historia.”
Por alguna razón esa historia siempre ha sido la favorita de Persephóne. Quizá porque la protagonista e hija de Dioses lleva el mismo nombre que ella, o quizá por el extraño parecido que tiene con su vida.
El 24 de Noviembre de 1970, en el cumpleaños número diez de la pequeña Lochtie, la niña fue secuestrada por un hombre al cual nunca le miró la cara. Viviendo entre sombras durante nueve días y nueve noches, sin ninguna noticia de sus padres, se hizo a la idea de que tendría que vivir sola de aquí en adelante. Casi asegurando su muerte, la novena noche apareció el héroe de su historia. Ahmad Lochtie, hermano de su padre, fue a su rescate. Fue a vivir con él después de escuchar la noticia de que sus padres habían desaparecido.
Comenzó a conocer la realidad de la historia de sus padres leyendo día a día el diario que había conseguido rescatar un día en el que visitó las ruinas que habían quedado de su casa. Ella no sabía que era el diario de su padre. Pensaba que era una increíble novela romántica en la que un par de hermanos estaban enamorados de la misma mujer, pero solo uno de ellos había conseguido quedarse con el corazón de su amada. Quien iba a pensar que aquel hermano iba a ser tan rencoroso que haría un plan malvado para secuestrar a su hija, quien era idéntica a la mujer que amaba, y así quedarse con ella como no pudo hacer con su madre.
Phóne creció siendo una niña feliz desde entonces, desconociendo que la historia que leía todos los días en lugar de dormir era nada más y nada menos que la suya. Teniendo un gran jardín para salir a pasear y teniendo más cosas de las que ella pedía, ya que su tío la consentía más de lo aceptable, fue formando su carácter. Nunca le dio tanta importancia a las cosas materiales en sí, si no a las cosas que podía hacer con ellas.
A los once años recibió su carta para ingresar a Hogwarts. Fue colocada en Hufflepuff al igual que su madre. Más parecidos no podían tener. Ahora cursa el quinto curso, y la realidad sigue escondida bajo los escombros de aquella enorme casa en la que vino a la vida aquel 24 de Noviembre.
Persephóne A. Lochtie- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 29/01/2011
Edad : 30
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