Oh, los libros, los libros! Buff. {Persephóne}

La razón por la que estoy en la biblioteca no importa, simplemente estoy aquí, porque me agrada. El olor de las páginas leídas una y otra vez es exquisito, y el sonido que se elabora cuando se da vuelta para continuar alimentando la imaginación en la siguiente página se ha convertido en música para mis oídos. Si, leer me gusta. Alimentar a mi cerebro con palabras e ideas nuevas que enriquecen mi forma de pensar es mi hobbie. Es extraño, porque la única gente que me encuentro siempre en la biblioteca son alumnos de Ravenclaw.

“¿Qué haces en aquella casa, Phóne? Eres el alma de lo que ser Ravenclaw se refiere.” puedo escuchar las voces de todos mis compañeros dentro de mi mente cuestionándose mi existencia. ¿Irónico no? Como si no tuvieran suficiente con cuestionarse sobre la suya. “Alguna razón tuvo que tener el destino.” Contesto, y continúo con lo mío. No voy a complicarme la existencia y perturbar mi felicidad con aquel enorme dilema.

Esta vez me encuentro buscando información sobre el odio hacia las brujas por los muggles. El reporte de tarea ya casi lo he terminado, si no es que solo falta mi conclusión, pero me he quedado picada con el tema. Me causa gracia, como los muggles pudieron odiarnos tanto como varias personas de aquí lo hacen ahora con ellos. Supongo que tiene sentido después de lo que hicieron, pero eso no justifica nada. Vivir entre guerra solo provoca tensión.

Miro los títulos de los libros distraídamente mientras me cuestiono todo esto dentro de mi mente cuando una gran nube de tierra comienza a inundar el pasillo. Mi tos acompaña a las toses del otro chico mientras uso la mano como abanico para apartar. El libro cae y doy un ligero salto por la sorpresa.

Un chico se encuentra parado frente al libro que acaba de caer, pero no reconozco más que su cabellera rubia entre toda esa neblina. Me acerco a él, agachándome para recoger el libro. Al tomarlo noto que es bastante pesado y me tambaleo un poco mientras busco el equilibrio.
- ¿Estás bien?- pregunto, volviendo a usar unos segundos mi mano como abanico, recargando el libro en mi costado izquierdo. Suelto una ligera risilla divertida al notar como todos han posado sus miradas sobre nosotros, y volviendo mí vista al chico le dedico una sonrisa.- Vaya que sabemos llamar la atención.- comento divertida tendiéndole el libro con ambas manos.

El libro desaparece de mis manos y tengo que volver a buscar el equilibrio al no tener tal peso encima. No tardo en hacerlo y por suerte, no me tambaleo tanto como lo hice al recogerlo. Sonrío con amabilidad al escuchar que estaba bien e inclino ligeramente la cabeza en un gesto de: “No hay de qué.”

Una ligera carcajada se presenta al observar la cara que hace el chico a nuestro público. Pongo mi mano sobre mi boca para ahogar un poco el sonido de mi risa, esperando que la encargada no me saque por aquello. Presiono con un poco más de fuerza mis labios, como si mi mano fuese una clase de cerradura con la que lograré desaparecer todo dejo de risas. Cuándo el me mira de nuevo, quito las manos de mi rostro con cuidado, aún soltando una que otra risilla medio cortada y tiendo mi mano para estrecharla con la suya.

- Phóne. Persephóne Lochtie.- menciono primero mi nombre abreviado, y es que no me agrada mucho que me llamen por mi nombre completo. Sigo pensando que suena demasiado formal, demasiado duro.- Un gusto, Xenophilus.- le dedico una nueva sonrisa. Una nueva y diferente sonrisa como la que dedicas a un amigo de hace años cuando vuelves a verlo, o como cuándo te presentan a un familiar lejano que ni siquiera tus padres y los suyos sabían que eran parientes. Esa clase de sonrisa que no solo se forma en los labios, si no que llega a la mirada con bastante calidez.

- El reporte, sí, ya… de hecho ya casi lo termino.- explico encogiéndome de hombros y mordiendo con suavidad mi labio inferior. Mis manos se balancean de adelante hacia atrás en mis costados con los puños cerrados con suavidad.- ¿Tú como vas?- me apresuro a preguntar volviendo mi mirada de mis pies a sus ojos.- ¿Quieres que te ayude? Verás, entenderé si dices que no, pero si dices que si…- me acerco hasta su oído para que, aunque con un leve susurro, pueda escucharme a la perfección.- Conozco un lugar en donde encontrarás más información que en todo ese enorme libro.- señalo con un ademán el pesado libro que trae en brazos y suelto una ligera risilla de las que aún no he podido suprimir por completo.